Las tapas que he probado del Concurso de Tapas

Este domingo acabó el Concurso de Tapas de Huesca. En otro post ya comenté las que me hubiera gustado probar. Pues bien, en total he probado 15 tapas y sólo 2 de las pre-seleccionadas. Soy un caso...

Tapas de La Corralaza

El primer día de concurso, el jueves 19, ya se veía movimiento, pero sin pasarse. Probamos las tapas del Olimpo, rissoto de sepia y timbal de ternasco. A mi personalmente me gustó más la primera, sabía bastante a mar.

El viernes comencé la ruta en El Punto, donde probé la Ternasco-Nipón. Muy buena. La salsa que acompaña deja un regusto picante, pero se lo pruebas en conjunto no se nota casi nada.

A continuación fuimos a probar las tapas del Flor. No defraudaron, ambas están riquísimas. Ahora mismo no se con cual me quedaría, si con la de bacalao (tapa fría) o la fritata. Las recomiendé a todo el mundo que me preguntaba.

La última parada del viernes fue en La Andaluza Low-Cost, donde quería probar la de solomillo. Chasco. Me esperaba bastante más… Me gustó incluso más la de champiñón.

Hasta el jueves siguiente no tuvimos oportunidad de volver a tapear, aunque fuera en un establecimiento solamente. Fuimos a la Taberna Cantarelus, dónde quería probar el Milhojas de morcilla. Además pedimos el Erizo de mar. Y nuevamente me gustó más la que no había fichado. Tiene una mezcla de sabores dulces (creo que debido a los orejones) que me sorprendió y gustó. Me gusta probar cosas un poco exóticas. Si eres de sabores tradicionales casi seguro que no te gustaría.

El último fin de semana de concurso nos permitió seguir probando tapitas. El viernes la parada fue en La Corralaza. Buenísimas las dos, muy recomendables. La verdad, no sabría con cuál quedarme si con la tradicional hamburguesa o el moderno burrito... Difícil decisión.

Mi última parada en el concurso fue el sábado 28. En esta ocasión probamos primero las tapas del Mi Bar. Aquí los sabores y tapas eran tradicionales: una croqueta creemos que de pescado y una bola de morcilla. Simples pero buenas.

Y para terminar en el Brasil, con dos tapas contundentes y grandes que nos impidieron seguir de ruta. Acabárselas fue duro, sobre todo las patatas meneás que nos ofrecieron, porque eran bastante densas (y fuertes a decir verdad, mi paladar es un poco dengue con el tema del pimentón). Cantidad abundante, aunque sin ninguna exquisitez.

A ver cuáles son las tapas ganadoras este año, que seguro que no son ninguna de las que he catado...