Ahora que se me ha pasado el cabreo tras la cancelación del vuelo de vuelta, ya puedo contar la crónica de mi viaje a Lisboa.
La verdad es que no comenzó muy bien. En el Plaza-bus, la fina y delicada de la autobusera cogió tan cerrada una curva que mandó mi maleta a volar, rompiéndose una rueda. Superb. El señor de información del aeropuerto se apiadó de mi y me ayudó a pegarla con celo (pero por suerte llegó a destino!!!!!).
La primera tarde en Lisboa vimos bastantes cosas: la Baixa, la Plaza de Rossio, la catedral, la oculta Casa de los Bicos, el castillo de San Jorge y la primera excursión en el tranvía 28 (creo que lo cogimos todos los días para no andar :P)
El segundo día nos fuimos de excursión a Cascais y Sintra. Descrubrí que mi familia tenía un palacio, el Palacio de La Pena!!!! Y por la tarde, a callejear nuevamente. Lisboa arriba, Lisboa abajo. Cada dos pasos, una casa decorada con baldosas, super curioso.
Al día siguiente nos fuimos al parque de Enrique VII y la estufa fría, y cruzamos el Tajo para ver el Cristo Rey (e intentar hacernos fotos graciosas con temporizador, un caos jejeje). El último día fuimos al barrio de Belem y probamos los estupendos pasteles, que descubrimiento!!!!!!!!
Pocos dias, pero intensos. Y con muy buen tiempo. Lo que m´s me llamó la atención es que había muchos pobres viviendo en la calle, y lo babiosos que eran los hombres. Te acosaban a plena luz, desde los coches y de disimular nada, para qué!!!
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